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En esta semana se desarrolló la reunión del grupo denominado G-8, que agrupa a las economías supuestamente más importantes del mundo, incluyendo, por razones políticas, a Rusia.
Dicha reunión tuvo varios objetivos: analizar la escalada de los precios del petróleo y de los productos alimentarios, el cambio climático, entre otros.
Muchos analistas piensan que el G-8 debe desaparecer y crear otro con las naciones que hoy son las que realmente mandan en el consumo y comercio mundial, principalmente las asiáticas, China e India.
No podrá haber democracia y desarrollo, el famoso binomio, si unos cuantos se adueñan de la riqueza que generan millones de pobres en todo el mundo y no la comparten. Es por eso que hay que buscar nuevas fórmulas más allá de estas pomposas reuniones que casi siempre acaban en discursos floridos y pocos compromisos concretos de solución en el corto plazo.
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